miércoles, 22 de abril de 2009

Soy testigo.

La palabra sirve para decir lo que el corazón calla, las palabras disfrazan lo que el corazón siente. La palabras denuncian lo inconforme, pero en México quienes se dedican a la bella profesión de la palabra, estorban.

El periodismo en México es radical, la única manera de salvar este mundo donde la impunidad, la injusticia, la corrupción y el arma son los que dominan, vigilan y crean leyes, es diciendo la verdad de los hechos, señalando los culpables, pero el miedo es grande. Las amenazas se cumplen. Creo firmemente que el periodismo es una excelente profesión, apasionada, de estar a las vivas, de no dejar ir ni un suspiro de los otros.

Por circunstancias personales es que me atrevo a concretar que un periodista realmente vive. Conoce, desarrolla otro instinto, se humaniza, sabe protegerse, aprende a ser foco del poder.
En un blog de una compañera pude leer que sufrió de un asalto en pleno viernes santo (lamentable) y se asombraba por ello, pues yo he de mencionar que me arrebataron a mi padre justamente un viernes santo, 6 de abril de 2007 fue la fecha. La recuerdo como espuma, no ahondo en ella por miedo y dolor. Sé que se me merece que lo hable y lo grite, que diga todo lo que lo obligaron a callar y haga ejemplo de lo que me enseñó. Pese a ello, es la primera vez que escribo de él, sólo he hecho cartas que viven en su buró.

Periodista era él. Determinante en sus decisiones, decidido, sin miedo, metichón, fiel amigo de la lectura, chaparrito y carismático. Quien lo conoció solo se me acercó para contarme una anécdota agradable de él. Se lo que este trabajo implica, me ha ayudado, ser hija de un periodista, a darle ejemplo a las lecturas vistas en clase, donde nos mencionan que un periodista no vive sin su agenda, que un periodista anda las 24 hrs en la calle ocupándola como oficina, que un periodista sabe ser amigo de todos, que un periodista corre riesgos que bien valen la pena, entre otras cosas. Crecí cerca de su trabajo. Me gustaba levantarme temprano e ir al periódico donde empezaba a trabajar, después a cubrir las notas que la televisora le pedía y finalmente a su cabina de radio donde su voz resonaba con fuerza, AL TANTO con Amado Ramírez, su programa.

Nostalgia es recordarlo, tristeza saberme en un país donde el poder está en manos de lo podrido. No conforme con matarlo, buscaron ensuciar su nombre. Me importó en un principio, pero la verdad fue impotencia pura. No hay leyes como tal, corrupción. Recuerdo claro las palabras de las “autoridades” que le dijeron a mi madre: “Su esposo ya está muerto de todas maneras”.
Segura estoy que no se hizo justicia, no he de decir nimodo, pero tampoco he de decir lo que quiero hacer. No tengo armas para luchar contra un “no se”, pero he de aprenderlas y poseerlas algún día. No busco venganza, no soy asesina, me enseñaron a perdonar y a amar la vida por sobre todas las cosas, simplemente anhelo la verdad.

Soy testigo de un México manchado, inseguro, cruel. Soy testigo del horror, las amezasas, del miedo y la injusticia, pero sobre todo soy testigo de que la unión lo puede todo, de que la muerte no separa familias y de que los que disparan pueden que cumplan su objetivo, pero no matan el alma.

Confieso que deseo mucho seguir los pasos de mi papi, sin embargo, no lo busco, acepto que no me intereso aún, no me nace... ¿será que no es lo mío?. Me catalogo perdida en mis ideales en estos momentos, nose si es tarde para preguntar qué es lo que realmente quiero, no enfoco mi interés, quizá es porque la vida me está enseñando otras cosas, otros dolos. Ojalá se me abra un camino y me enseñe que luz he de seguir.

2 comentarios:

  1. Le escribo con los ojos mojados. Sabía que pronto iba leer algo así en su blog. Llegó el momento y algo nace en mí, son más bien muchos sentimientos mezclados: sorpresa, rabia, melancolía, pero también solidaridad y una extrañísima sensación de triunfo. Valió la pena darle la clase y ser ahora, de algún modo, también su alumna. Me está enseñando a ser valiente.

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  2. Amiga querida, me da mucho gusto que escribas esto aunque lloré cuando lo leiste en clase y ahora que vuelvo a leerlo, como lloré en aquel momento junto contigo, pero ahora te noto una fuerza que me da gusto y si, que valiente mi amiga! La unión hace la fuerza, pues yo estoy contigo.

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